Desvariando

Tuesday, February 07, 2006

DE NECEDADES Y BLASFEMIAS

He demorado el escribir algo pues es tal la cantidad de motivos que me impulsan, que al final tengo un amplio panorama que por lo difuso parece confuso. Obviamente, lo último que quisiera sería transmitir una idea de confusión o dar la impresión de estar irremisiblemente confundido, pero me arriesgo y empiezo por algo inmediato: las caricaturas de Mahoma y sus concomitancias.

Es lamentable que la firmeza en nuestras creencias nos atraiga inmediatamente el calificativo de “fanático” o “intolerante” o cosas peores aún; pero también es verdad que de acuerdo al motivo de nuestra fe se puede comprender cierto grado correspondiente de ardor, vehemencia o entrega; quiero decir que no es lo mismo defender la fe en Mahoma o Alá que justificar la devoción por Maradona,

Sin embargo, ese cúmulo de convicciones no puede ni debe imponerse violentamente a nadie, ningún hombre debiera hacerlo; la convicción auténtica debe llegar por un proceso racional, influenciado por la experiencia, por la vivencia práctica o espiritual del motivo de la creencia.

En consecuencia, por muy diferente que sea un credo, por muy superior o cierto que se lo considere, no existe derecho ni razón de imponerlo y por el contrario cuanto más cierto se lo considere, mayores razones habrá para creer que se establecerá por sí mismo, con la mínima participación de un esfuerzo personal y solo debido a su intrínseco peso de gloria.

Se hace evidente que una doctrina cuanto más alejada de la verdad se encuentre mayor necesidad tendrá de otros argumentos para su vigencia, de mayores esfuerzos y de acciones que muchas veces contradecirán sus postulados; aunque se diga que la idiosincrasia es distinta, que la realidad social, económica y cultural corresponde a un grupo completamente distinto, el hombre es el mismo en sus pasiones y en sus limitaciones; una lamentable muestra de esto es la desproporcionada reacción de los creyentes islámicos que atacaron embajadas, provocaron disturbios y muertes, pensando seguramente que así agradaban a su dios, que con esas acciones le daban ese respaldo necesario para que sea reconocido como tal.

Que diferente de La Verdad, que no necesita defensores, que solo necesita ser expuesta, por ello bien preguntaba alguien: ¿Parece necesitado de defensa un vigoroso león en libertad? Si su dios fuese tan grande como postulan ¿necesitaría de ese tipo de ayuda? ¿Será un dios “poderoso” aquel que precisa que se le aconseje, que se le preste algo?

Por otra parte, el líder de la religión católica, queriéndolo o no, echó mas leña al fuego pues no es acertado postular como un derecho el no recibir crítica, burla ni observación por parte de otros, esto, como el efectuar esas críticas o burlas, no puede considerarse un “derecho”, es cuanto más una reacción consecuente con lo que mostramos y que puede darse con tino, con respeto o no. Opinar o reaccionar, si se lo hace irónicamente, sarcásticamente o mesuradamente no está al control del objeto que motiva la opinión. (¿Nunca se hizo y aún se hace mofa del Dios Verdadero?) En todo caso, el impío es inevitablemente blasfemo y aunque esto sea doloroso (pues es para su propio mal) no rebaja la legítima Gloria de Dios así como la incredulidad no anula la existencia Divina.

Por tanto, lo que es forzado, lo que se manipula con violencia, carece de legitimidad, de autenticidad, de derecho propio (como la justicia que pretenden imponer algunos “justicieros” que no supieron manejar ni sus vidas, ni sus hogares pero pretenden dictaminar como deben funcionar las Instituciones) y de lo único que pueden convencer a los demás es del terror por el terror y de su propia necedad disfrazada de convicción.