Desvariando

Tuesday, July 04, 2006

LLAMAR BUENO A LO MALO


Siempre tengo mil ideas que desearía expresar en forma escrita, es tanto el cúmulo que terminan ahogándose y disipándose, reemplazadas por otras ideas y más ideas...

Como con un último manotazo, deseo rescatar alguna, sobre la que no quiero que acontezca este desvanecerse; una es sobre la forma espantosa en que se han difuminado los valores que estimábamos como “fundamentales”; me produce no solo espanto sino profunda tristeza ver aquello que en un tiempo se consideraba valioso luego devenir en ridículo, obsoleto y hasta incómodo, como si se tratara tan solo de algún adminículo o una pasajera vestimenta.

Añoro mis primeras lecturas en plan de hallar beneplácito, aquellas que trascendieron a las muy queridas revistas de historietas (¡benditos dibujitos!) y junto a ellas, no sé cómo ni por qué pero en mi casa siempre había algún ejemplar de Selecciones (Reader´s Digest), tampoco recuerdo en que mágico momento encontré el gusto de leerlo de principio a fin…pero eso sí, sé que yo era muy niño y que me embelesaban las pocas figuras que adornaban esas letras menuditas, apretadas y que transmitían tantas preciosas sensaciones ¡había encontrado el placer de la lectura!

Seguramente ese grato recuerdo me impulsó, ya adulto, a suscribirme a la mencionada publicación, apostando asimismo a que alguien más (ojala mis hijos) realizará tan feliz hallazgo. En está melancólica mirada debo agradecer a Dios porque este deseo se haya visto concretado en gran medida y aún más allá de lo esperado.

Sin embargo, quiero llegar a mostrar un ejemplo palpable de una dolorosa “desvalorización”, no de la publicación como publicación sino en su valor intrínseco.

Existía en las antiguas ediciones un particular ordenamiento de lo seleccionado como material interesante para la lectura y lugar de privilegio tenía la “Sección de Libros”, ubicada al final, como digno remate de todo lo anterior; era también la más extensa y casi siempre contenía relatos que magnificaban, que destacaban, aquello que de ponderable y destacado puede tener la humanidad, como mostrando la posibilidad y alentando a perseguir ese ideal.

Por eso me causó tanto disgusto, encontrar en lugar de esa sección en la que supe leer de gestas heroicas, de actitudes admirables, el relato(*) de la “recuperación” de unos valiosos cuadros sustraídos en una exposición, cuadros que pertenecían al patrimonio británico; talvez si en la empresa se hubiese puesto en juego grande esfuerzo, sagacidad, arriesgadas actitudes, generosos renunciamientos, etc. talvez podríamos decir que era una historia digna de ese lugar, pero sin ánimo de ser demasiado agresivo con el redactor ni con los actores de la aventura, diría que es más bien el relato de la audacia de un pícaro que congenió con otros pícaros para que tuvieran la “decencia” de devolver lo robado, previo pago de sus exigencias ¿existe algo edificante en esto? ¿alguna circunstancia inusual o fuera de lo común? Absolutamente no.

Lo más cercano a una virtud (la paciencia) es la tozudez del “agente” que en la perspectiva de su pronto retiro y deseando asegurarse algo más sustancioso que su sola jubilación (cosa que consiguió sin duda) mantuvo el nexo largo tiempo, pero también los pillos tuvieron su parte…¿castigo? ¿escarmiento? ¡todo lo contrario! Obtuvieron su parte del botín y quizá hasta la gratitud de los damnificados que no solo recuperaron los cuadros sino que también lograron un dinero del seguro, porque hasta la compañía aseguradora recuperó parte de la suma pagada en su momento…entonces ¿todos felices? Aparentemente sí.

Pero que triste es comprobar que esa publicación que privilegiaba el ponderar la integridad, el heroísmo, la generosidad, el sacrificio y la victoria sobre la adversidad, ahora elogie la picardía, el engaño y el salirse con la suya sin importar los medios, esperando quizá que se admire y se aplauda esto. Porque este tipo de “arreglos” siempre existieron, siempre los personajes siniestros de la mafia y el hampa lucraron con eso, eso les era propio pero no exclusivo. Lo condenable es que ahora se nos quiera convencer que corresponde a personas de bien el transigir con esto, que se quiera llamar bueno a lo que es intrínsecamente malo, que pretendan que nos acostumbremos a estos “antihéroes” y los estimemos porque “son como nosotros” ¡Jamás!

Talvez porque esta última proposición es una pavorosa posibilidad (¡ay, nuestra caída naturaleza!) es que me rebelo con más fuerza contra eso, pues prefiero desgarrarme en pos de un ideal superior, anhelo más la dura lucha por alcanzar la Luz que el conformarme a lo fácil, ir con la corriente…ser como ellos.

(*)Tras la mafia del arte – edición Junio 2006