Desvariando

Friday, March 17, 2006

DESDE LA NÁUSEA Y LA TRISTEZA

La secuela por la tragedia de la discoteca “Cromagnon” es un tema por demás ingrato, pero insoslayable, más aún considerando que ya manifesté opinión sobre el mismo.

No me referiré a la destitución de autoridad alguna por lo absurdo del criterio, ya que de ser el correcto debiera aplicarse hasta dejar sin autoridades el país (por aquello de la responsabilidad compartida). Me preocupa más la actitud de la sociedad en conjunto.

Finalmente se impuso la barbarie y el cinismo; barbarie porque se cometieron los actos más bochornosos, desde las repugnantes ceremonias del “santuario” pasando por los “campamentos” en vía pública hasta la alarmante exhibición de matonaje e intimidación (en el mejor estilo del hampa) efectuada por aquellos que para todo esto tiene la excusa de “su dolor”. Cuan evidente se hace que es solo una excusa y un pretexto, porque si fuera auténtico dolor provendría del remordimiento, de la vergüenza y del temor por sus propios actos (pasados y presentes) y en consecuencia, por un mínimo de DIGNIDAD, esconderían su dolor y no lo enarbolarían como bandera ni lo utilizarían para obtener provecho de la tragedia.

Su cinismo les faculta para “exigir” justicia sin considerar ni por un instante que por su negligencia o permisividad enviaron como ovejas al matadero a sus propios hijos, que no supieron cumplir su deber de formar y educar, que esa justicia que demandan más temprano que tarde los alcanzará, inevitablemente.

Nadie puede aducir su propia ignorancia como argumento de descargo; y menos cuando con toda intención se desprecia el accionar de los organismos que la sociedad ha dispuesto con ese propósito y saltando etapas se requiere con voracidad de un chivo expiatorio que cumpla esa pasajera función para, por fin, llegar a las arcas de la codiciada presa: el estado, traducido: los bolsillos de la sociedad en conjunto.

Por eso la náusea….y la tristeza…porque de esta manera la sociedad jamás tomará debida conciencia de su rol, jamás tendrá la valentía de la autocrítica, continuará repartiendo culpas que le incomodan, envileciéndose detrás del botín, disfrazándose de víctima cuando es victimaria.

Finalmente, las verdaderas víctimas de esta tragedia son los pequeñitos que ni desearon ni pidieron asistir al funesto lugar, que fueron llevados por sus ¿padres? (mejor sólo progenitores) y luego abandonados en baños higiénicos convertidos por necesidad en “guarderías”, quienes promovieron y/o permitieron esto, recibieron el pago a su iniquidad y locura, jugaron con fuego y se quemaron, “porque la paga del pecado es muerte..” (Ro6:23).